Darío Mijangos se ha dedicado a perseguir desde hace más de 20 años su
sentir y su imaginario cosmos. En sus dibujos, acuarelas, óleos, y esculturas
nos hace confidentes y cómplices de lo que lo ha marcado a través de su vida.
Es un mensaje visual, erótico, onírico, e incluso desafiante.
Primordialmente son hombres que se muestran en su espléndida desnudez. Y
es cada detalle en sus cuerpos: torsos, manos y pies, rostros… un deseo de
entender y atrapar la masculinidad. No es una canon particular, clásico, o de
moda; sino es el hombre, cualquier hombre, que se muestra como tal.
Sus trazos delimitan los músculos y huesos, cavidades y protuberancias,
los sexos, queriendo formular el carácter masculino. Fuerza, determinación,
misterio. Las miradas de estos hombres-machos buscan... la mirada del
espectador mostrando su gallardía, aunque en otras veces lo ignoran, perdidos
en sus apetitos.
Y es que esos hombres alados no son ángeles, mensajeros de un ser divino;
simplemente son hombres con deseos de volar. Esas alas les transportan por los
sentimientos que han motivado su creación: la propia historia de Darío, su
felicidad y su tristeza; el amor y desamor en su vida; los sueños, pesadillas y
los anhelos que quiere lograr.
Darío dedica su tiempo libre a dibujar y es, a la vez, su mayor placer.
Descanso, pero también diversión, y más allá: el ejercicio cotidiano que lo
encamina a la plenitud artística.
Esta obligación autoimpuesta de dibujar, se siente gozosa y a la vez le
abruma por la cantidad enorme de dibujos que quiere realizar. Como ejemplo, son
muchos sus esbozos que aguardan como dormidos en sus libretas, esperando hasta
el día de manifestase en un lienzo de gran formato: es que el artista prefiere
las obras grandes. Es ahí donde se puede expresar con mayor detalle. En cada
trazo, acaricia minuciosamente a ese
personaje que le ha esperado tan fiel y paciente.
Además de los hombres que vuelan en la obra de este artista, también
vuelan corazones, pensamientos y frases que se enredan en las imágenes etéreas.
Vuelan figuras geométricas, aves, flores, faunos, soles y claro, sus
mascotas. Xoloitzcuintles que son los fieles consejeros, sus más íntimos
amigos, sus más queridos afectos. Si ellos pudieran hablar nos invitarían a
soñar junto con Darío en sus colores y cielos de pasiones. Nos lo dicen con su
apacible mirada. Ellos han percibido realmente las aureolas de los personajes
de Darío. Ellos han mirado la aureola de Darío y están dispuestos a ver la
nuestra.
Diego Flama