Génesis 1:26. 2013. Óleo / lienzo. 125 x 90 cm. Colección Israel Mendoza.
“Hagamos al hombre a nuestra
imagen, conforme a nuestra semejanza y ejerza dominio sobre los peces del mar,
sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre la tierra, y sobre todo
reptil que se arrastra sobre la tierra”, y se hizo el hombre, desde la tierra
misma, al quinto día, según el Génesis 1:26,
No hay con quién. 2007. Óleo / lienzo. 180 x 120 cm. Colección: Beatriz Vargas.
Darío Mijangos, que desde sus
inicios en el teatro, reflejaba la inquietud pura de la sensibilidad misma, esa
que se desbordaba con las ejecuciones de una danza tan parecida a la de sus
ángeles ansiosos por alzar el vuelo, plasma al hombre como ángeles caídos. La
desnudez de sus torsos fornidos y enjaulados en predelas. Muerte y
resurrección.
Así, tan sublime como en la
mitología griega: cuerpos perfectos rebosando sensualidad en cada espacio que
el sol abrazaba. Ahí, donde la protección de Eros y la perniciosa equidad entre
las almas corrompidas por el único deseo carnal. Los soldados de Dios luchando
contra los demonios de una sociedad alucinante (‘Ángeles caídos’). Donde la
lujuria se encontraba en la mirada del espectador y no en las almas de sus
amantes. Corazones emergentes de las virtudes carnales demandantes de un amor
puro, quizá místico.
No me desampares. 2005. óleo, acrílico y hoja de oro / lienzo. 50 x 180 cm. Colección. Francisco Iglesias y José Monge.
Con el estrecho camino recorrido a
consecuencia de las limitantes históricas que la religión permitió, en donde
los ángeles no procrean, no deciden, no piensan por sí mismos. Simplemente, no
son pecadores. Con esa belleza particular, pero con sus seis alas desdibujadas
ante la plástica de los grandes maestros como Francesco Podesti en ‘El juicio
entre la virtud y el vicio’, pero que son rescatados en ‘Autorretrato 47’ de Mijangos.
Alas ensangrentadas y rodeadas por
coronas de rosas rojas, mismas que fueron violentamente arrancadas de la parte
frontal de un hombre redimido. Alejados del tenebrismo propio del barroco y
ensimismados por una luz penetrante. Pero con profundas influencias manieristas
como la serpentinata en sus dibujos.
Cobijados en los perros mexicas,
los xoloitzcuintle. Los ángeles dan cuenta de esa variante necesidad por un
equilibrio emocional que la ciencia no puede agendar en la vida de este pintor
y que, la hermandad entre estos seres que evocan al Dios mexica de la vida y la
muerte, se sublevan ante su propia hegemonía.
Garuda. 2012. Óleo / MDF. 80 x 60 cm. Colección Eduardo Tamayo. San Francisco CA.
Los ángeles que Mijangos
representa, no son más que corazones en ausencia, amores retirados como en ‘Está cerca’. También, representados
por seres provenientes de la cultura hindú y que hacen una apología de la leyenda
de Ganesha, el Dios de la sabiduría: los elefantes.
Cuando las aves lloran. 1997. Óleo y acrílico / lienzo. 120 x 90 cm. Colección privada.
‘Cuando las aves lloran’, permite
una propicia apología de la emblemática pieza de arte ‘Niña con alcatraces’ de
Diego Rivera. Y es así, como su pasión se desborda, se regodea con ahínco y, se
ensimisma cuando las piezas son desnudas por la mirada del espectador, en una
exhibición. Ahí, donde las alteraciones y catarsis surgen de la necesidad de
pintar sus propios ángeles y demonios.
Israel Mendoza Torres.
Abril 2014.
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