jueves, 12 de marzo de 2015

La necesidad intima por entonar emociones. (introducción al catálogo "Historias de perro desnudo")

Génesis 1:26. 2013. Óleo / lienzo. 125 x 90 cm. Colección Israel Mendoza.

“Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra”, y se hizo el hombre, desde la tierra misma, al quinto día, según el Génesis 1:26,

No hay con quién. 2007. Óleo / lienzo. 180 x 120 cm. Colección: Beatriz Vargas.

Darío Mijangos, que desde sus inicios en el teatro, reflejaba la inquietud pura de la sensibilidad misma, esa que se desbordaba con las ejecuciones de una danza tan parecida a la de sus ángeles ansiosos por alzar el vuelo, plasma al hombre como ángeles caídos. La desnudez de sus torsos fornidos y enjaulados en predelas. Muerte y resurrección.

Así, tan sublime como en la mitología griega: cuerpos perfectos rebosando sensualidad en cada espacio que el sol abrazaba. Ahí, donde la protección de Eros y la perniciosa equidad entre las almas corrompidas por el único deseo carnal. Los soldados de Dios luchando contra los demonios de una sociedad alucinante (‘Ángeles caídos’). Donde la lujuria se encontraba en la mirada del espectador y no en las almas de sus amantes. Corazones emergentes de las virtudes carnales demandantes de un amor puro, quizá místico.
No me desampares. 2005. óleo, acrílico y hoja de oro / lienzo. 50 x 180 cm. Colección. Francisco Iglesias y José Monge.

Con el estrecho camino recorrido a consecuencia de las limitantes históricas que la religión permitió, en donde los ángeles no procrean, no deciden, no piensan por sí mismos. Simplemente, no son pecadores. Con esa belleza particular, pero con sus seis alas desdibujadas ante la plástica de los grandes maestros como Francesco Podesti en ‘El juicio entre la virtud y el vicio’, pero que son rescatados en ‘Autorretrato 47’ de Mijangos.  Alas ensangrentadas y rodeadas por coronas de rosas rojas, mismas que fueron violentamente arrancadas de la parte frontal de un hombre redimido. Alejados del tenebrismo propio del barroco y ensimismados por una luz penetrante. Pero con profundas influencias manieristas como la serpentinata en sus dibujos.

Cobijados en los perros mexicas, los xoloitzcuintle. Los ángeles dan cuenta de esa variante necesidad por un equilibrio emocional que la ciencia no puede agendar en la vida de este pintor y que, la hermandad entre estos seres que evocan al Dios mexica de la vida y la muerte, se sublevan ante su propia hegemonía.
Garuda. 2012. Óleo / MDF. 80 x 60 cm. Colección Eduardo Tamayo. San Francisco CA.

Los ángeles que Mijangos representa, no son más que corazones en ausencia, amores retirados  como en ‘Está cerca’. También, representados por seres provenientes de la cultura hindú y que hacen una apología de la leyenda de Ganesha, el Dios de la sabiduría: los elefantes.
Cuando las aves lloran. 1997. Óleo y acrílico / lienzo. 120 x 90 cm. Colección privada.

‘Cuando las aves lloran’, permite una propicia apología de la emblemática pieza de arte ‘Niña con alcatraces’ de Diego Rivera. Y es así, como su pasión se desborda, se regodea con ahínco y, se ensimisma cuando las piezas son desnudas por la mirada del espectador, en una exhibición. Ahí, donde las alteraciones y catarsis surgen de la necesidad de pintar sus propios ángeles y demonios.


Israel Mendoza Torres.
Abril 2014.

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