Nos
dice el famoso Tango que “Es un soplo la vida, que 20 años no es nada”… pero en
pesos y centavos, Darío ha fabricado más de 334 óleos, 104 dibujos
en grafito, 77 acrílicos, 40 acuarelas, 7 grabados, 5 biombos, 3 retablos, 2 esculturas
en bronce; esto sin contar las numerosas
cajas y piezas de arte-objeto, los dibujos preparativos, las ilustraciones en
sus diarios, etc…
He
sido testigo de mucha de esta creación desde finales de 1996, escuchando anécdotas, motivos y a
veces tropiezos.
Como
punto de partida para tomar los pinceles de un modo profesional, tendría que
mencionar el paso de Lázaro Reynaldo, pero me parece que el ejemplo más contundente
para su trabajo ha sido, y es, la obra
del pintor Roberto Márquez…
Darío ha
creado una obra al margen de los dictados de la Academia, de las presiones de la
crítica o de las concesiones al mercado del arte… Un trabajo en soledad, alejado
también de grupos o tendencias.
Se
trata de pintura con un sello muy personal, de gran formato, donde lo minucioso
no tiene mucha cabida, pero sí los grandes gestos, la corporeidad de la
materia, en óleo o acrílico, las profusas texturas, la experimentación con
telas, encajes, hojas de plata y oro. Y, como ingrediente primordial, siempre
la pasión a flor de piel.
Espacios
interiores, con poca profundidad que recuerdan telones de fondo para teatro, son el
reflejo del pequeño estudio donde Darío trabaja y quizás son la herencia de su
paso por los escenarios donde hizo teatro y danza durante su juventud.
Familia,
mascotas, amigos, amores y muchos desamores desfilan ante nosotros, junto con seres
alados, santos y monjas, pero también una cantidad considerable de autorretratos,
envueltos en rojos intensos, profundos azules, marrones, amarillos… Somos
testigos de los viajes internos que hace Mijangos para reconocerse,
reinventarse, trascender.
Darío,
quien atribuye valores y significados distintos a los colores, parece jugar al “paint by numbers”, preguntándonos si tal o
cual color corresponde a lo que los demás asignamos a los objetos, confiando
muy poco en los nombres que los fabricantes de acrílicos y óleos dan a sus
pigmentos… Y esto es lo que me hace pensar que él no es el pintor del color que
todos creemos, sino el pintor de la Luz…
Enhorabuena
por estos primeros 20 años de arte y pasión.
Alvaro Zardoni..
Escultor.
Agosto de 2014.
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