Sor Petra Francisca. 2004. Óleo / madera. 100 x 80 cm. Colección: Padre José herrera Alcala.
El arte es uno,
sus manifestaciones son mil, en colores y texturas, formas y signo simbólicos
de la realidad circundante. Motores de inspiración para el pintor que al
producir arte y crear belleza nos inserta a su realidad-mundo: el crear siempre
se adjudica ese don, el transmitir ese lenguaje y esa realidad cobijado en
símbolos y colores que nos quiere regalar a la vista, dar una idea de su
creación al expectante introduciéndolo al mundo de sus pinceles, esa misma
realidad subjetiva que lo adentra al mundo de la interpretación:
Este que ves, engaño colorido, Que, del arte ostentando los
primores Con falsos silogismos de colores Es cauteloso engaño del sentido
Lo sentencia la sabia y
culta monja Juana Inés de la Cruz. El mundo vital del pintor siempre es un laberinto
de soledades e imaginaciones caprichosas. La pintura de este catalogo bien
refleja ese sentimiento del anima. Ser “creador” es uno de los oficios que exigen
silencio interior, observación y abandono del exterior y soledades.
Es un vano artificio del cuidado Es una flore al viento delicadas Es
un resguardo inútil para el Hado; Es una necia diligencia errada
Solo así puede crear,
como el Otro, que es Dios. Belleza y formas de seres animados de colores
caprichosos de figuras y fondos de una
sola realidad que se llama arte.
Según la sabia definición del gran Aquinate
Santo Tomas O. P. definía la belleza como “aquello que agrada a los sentidos”,
visualizando gestos y posturas entre lo eterno, lo pasajero y lo sensual del
cuerpo humano, nos adentran al fascinante mundo del movimiento interior del
autor. Esa es la obra que en el devenir histórico de 10 años ha producido Darío
Mijangos, donde el mundo simbólico de afectos adornados con matices florales,
“caninos” seres “amigo del hombre”, son una recurrente imagen que manifiesta en
varios de sus producciones. Estos perros, “canis” mexicanos o xoloitzcuintli,
los acompañantes al más allá en el inframundo de las civilizaciones de las
culturas precolombinas. Los plasma con gracia e ingenio convirtiéndose en su
fuente no la única pero si la mas llamativa de su inspiración pictográfica. Su
presencia e incidencias en su pintura nos hablan del yo, la sonora compañía de
sus “amigos”. La presencia de los símbolos cristianos que son eternos desde la
fe, que encarnan la bondad y el amor a la ecología, como son “San Francisco de Asís”, o la maternidad, el dolor supremo de la
madre, como “La Dolorosa”, o la realidad angelical, son representados con
singular postura de realismo místico, que sin ser pintura religiosa propiamente
dicho, logra en algunas de ellas incitar a la reflexión y ver, oír y pensar en
la caducidad de la vida.
La quinta caída. 2004. Óleo, acrílico y hoja de plata / MDF. 120 x 125 cm. Colección: Juan Carlos Mata
El desnudo, “quien te
dijo que estas desnudo” “los dos estaban desnudos, el hombre y su mujer sin
avergonzarse uno del otro” (Génesis 2,25.) la corporalidad es tan pasajera y
llamativa plasmada con posturas singulares y provocativas para darles el
calificativo de cuerpo-lenguaje, reflejando su fragilidad conjuntada con la
belleza que despierta los sentidos: la admiración o rechazo, lo pasajero como
lo trascendente que encierra el cuerpo humano, asumido por el pintor como una
realidad siempre cambiante y nunca estática. La figura humana privada de
vestido se convierte en símbolo de la humanidad y del mundo, amenazados en su
vitalidad más elemental y llamados a la vida sólo por el don gratuito de Dios. Es un afán caduco y bien mirado Es cadáver,
es polvo, es sombra, es nada. Su incursión con el óleo, ya en madera ya en lienzo u otros
materiales lo han hecho diestro en el plasmar “su” realidad. En el frágil mundo
del papel, que es el amigo más noble de los pintores, delicado como el cuerpo
humano, generoso como la naturaleza, son la vía y puente de expresión, ha hecho
obras nobles del arte del grabado en esta decena como pintor. La reminiscencia
del sol naciente se deja ver entre los biombos que hunden sus raíces en el
lejano oriente, obras que en si son un recordar la enculturación, es parte del intercambio de valores y
emblemas, usos y costumbres de los pueblos, que no cierran su ciclo en un siglo
o año, al contrario lo abren y lo actualizan, pervive en las cosas. El biombo
un objeto de cerrar la realidad a los extraños de tu mundillo e intimidad, a
los ojos de los intrusos, juegos de conjuros de ficción y del pasajero color
del pudor. Es plasmar una imagen no existente y alucínate que podría haber tras
el. La escultura es en si una realidad plástica que asemeja al Dios que se
deleita creando al hombre, del barro y dándole su aliento “vida” para que viva
y hable se mueva y se de. Su escultura aunque poca producción, juega con ese
“hacerlo a la imagen de sus manos” de olores y miradas. Su pintura podría
inscribirse como una continuación de las grandes producciones de los años 40 a
50, de esa cotidianidad, una cierta sintonía con la pintura pseudo-erótica de
Manuel Rodríguez Lozano, El uso de las
imágenes de los perros, complementa la relación erótica que se da entre los
hombres de las pinturas, es una mirada particularmente poética de estas
relaciones eróticas, con tintes religiosos, la urgencia y necesidad de
construcciones románticas o hasta religiosas para insertar el tema del erotismo
o el amor al hombre en nuestra sociedad, tan ausente en el escuchar y presta
fácilmente para el aturdimiento y vanidad. En su obra se patentiza la tristeza,
el desaliento, que puede dibujar bien la gran enfermedad de la posmodernidad,
que se llama depresión. Los paisajes de los hombres son áridos en su
corporeidad. Dibujan realidades que emergen y presupone o insinúa esa realidad
con posturas y sentimientos, fragilidades y desengaños. Esos aspectos de la
representación masculina de estos días, da la sensación de soledad que ésta
produce en su pintura. Los retratos
tienen vida y movimiento, el engranaje que les pone un toque muy suyo,
especialmente el de las mujeres, parecen más personales, llenas de luz,
movimientos donde hacen su aparición las plantas, el aire y la luz, jugando! el
viento con el cabello, acompañado por el micro cosmos que le rodea. Los
objetos, son en si un ver y usarse, un servir y olvidarse, un adorno y una
necesidad, con el dibujo cambia su presencia y figura pero no su utilidad y
uso, es lo rescatable de su singular obra, hacer de la cotidianidad un sin fin
de posibilidades de creación y de belleza.
Un comentario final, el
arte, la belleza creada por el artista es la irradiación de otro mundo, que
abre su brecha en nuestra opaca condición humana descubriéndola e iluminándola
al mismo tiempo. Lejos de la división efímera, entre arte y la fe, incitan al
hombre a no caer en la indiferencia, a trascender siempre fuera de si mismo, a
buscar y reconocer a Aquel que es origen y de toda belleza y que da sentido al
mundo, al hombre y a las cosas: ya en esta tierra, un poco de paraíso.__________________________________________________ Padre José Gerardo Herrera Alcalá Santuario de Nuestra Señora del Carmen.
Diócesis de San Cristóbal de las
Casas. Chiapas México.
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