Mi família. 1996. Óleo / lienzo. 100 x 80 cm. Colección: Alejandro Araizaga
- A Darío Mijangos:
- En su obra se produce el nacimiento de una enorme sensibilidad sin tener los instrumentos para decir de forma traducida lo que constantemente, instantáneamente, el espíritu y el ser, hablan. Cuando es visto así, se comprende la ignominiosa soledad en que se vive. Y cuando existe el honesto medio, el honesto sentir, el verdadero, el real, se procura por medio de ésos instrumentos reproducir ese entorno, la vida observada por el cedazo de esa sensibilidad.
- Entonces graba su mundo interior, su mundo oculto. El observante vive a través de la vista con su criterio humano lo que es un mundo surrealista, ajeno a sí mismo, para cambiar ocasionalmente lo conceptual de la vida y el mundo del arte.
- En si Mijangos un pintor empírico, honesto y sencillo, sin trabucos sin formulismo y mucho menos trucos técnicos; nos regala una obra de arte, por demás decirlo, personal y autentica. Es un mensaje que va atravesando la piel, que nos hace un mundo de Ángeles, de seres que no son de este planeta, donde también participan sus perros y amigos, de corazones que palpitan y flotan en un sentir visceral que nos hace sumarnos en esa cuarta dimensión donde también, creámoslo o no, hay vida.
- Sin ser fácil el oficio del pintar, Darío, un pintor de esta calidad y repito de esta honestidad, nos ofrece un poema interior de su síquid, de su verdad interna y de amor por lo semejante.
- Manuel Guillen
- Pintor
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